París tiene excelentes conexiones de transporte, gracias a las cuales puede llegar fácilmente a cualquier región de Francia. Y hay algo que ver aquí: la historia del país está estrechamente entrelazada con obras maestras únicas de la arquitectura y paisajes naturales centenarios.
Instrucciones
Paso 1
Uno de los lugares más visitados de Francia es la ciudad de Blois, cerca de la cual se encuentran los mundialmente famosos castillos del Loira. Érase una vez la aristocracia del país vivía en ellos. Hoy en día, la mayoría de estos edificios están abiertos al público y algunos de los castillos contienen cómodos hoteles.
Paso 2
La segunda atracción más visitada del país es la pequeña isla rocosa de Mont San Michel. Hace varios siglos, se convirtió en una fortaleza. Actualmente, la isla alberga varias decenas de residentes que protegen los monumentos históricos únicos que se encuentran aquí, incluidos en la lista de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Paso 3
Rápidamente desde París se puede llegar a la Costa Azul, a lo largo de la cual se encuentran dispersas pequeñas ciudades acogedoras y pretenciosas: Niza, Cannes, Mónaco, Saint Tropez, Monte Carlo y Antibes. La vida en ellos arrecia día y noche, continuamente se realizan exposiciones y festivales internacionales, se abren galerías de arte y se filman películas. Debido a la pequeña distancia entre ciudades en un día, se pueden visitar varios eventos y objetos únicos ubicados en diferentes puntos de la costa.
Paso 4
La pintoresca región de Champagne, ubicada en el noroeste del país, atrae principalmente la atención de los turistas con sus numerosas casas de elaboración de vino y bodegas. Visitándolos, puede degustar una verdadera bebida espumosa y comprarla a un precio de ganga. Aquí, en Champagne, en el contexto de paisajes naturales únicos, se encuentra el lago Der-Chantecock, el lago artificial más grande de toda Europa.
Paso 5
En solo un par de horas se puede llegar de París a Estrasburgo, una de las ciudades más bellas de Francia. Su esplendor radica en la fusión de las culturas francesa y alemana. Combina armoniosamente calles estrechas y edificios medievales, con techos a dos aguas, en los que se ubican restaurantes de cocina francesa y alemana.