A los antiguos romanos, ricos o no, les gustaba pasar tiempo en los baños. Los baños pueden ser privados o públicos. Con un pago bajo, y en ocasiones incluso sin él, cualquier residente de la ciudad podría aprovechar los beneficios de la civilización.
La cantidad de términos contados por miles y el tamaño de algunos era asombroso. Estos establecimientos eran más populares en los calurosos días de verano.
Los más famosos son los baños del emperador Caracalla. Su construcción se remonta a 212-217. El edificio principal tenía 200 metros de largo, y su ancho no era menos impresionante: 100 metros. Numerosas estatuas, pisos de mármol y mosaicos elaborados sirvieron como decoración. Se cree que los baños funcionaron hasta el siglo VI. El suministro y calentamiento de agua para ese momento era un sistema equipado con la última tecnología.
Los baños estaban equipados con duchas, baños, piscinas, cuyo agua podía ser de diferentes temperaturas: tibia, caliente o fría. Los baños de vapor también eran populares. Después de los tratamientos de agua, podrá disfrutar de un masaje o aromaterapia. Los baños termales proporcionaron salas de descanso y salas de ejercicios. El resto no pasó sin lecturas de poetas o discursos de oradores. Para que los romanos se sintieran cómodos, fueron servidos por numerosos esclavos.
Por cierto, no había necesidad de temer por la seguridad de las cosas y las joyas en los baños, los esclavos especiales, las cápsulas, eran responsables de ellos.