Todos los días, levantándose para rezar, millones de musulmanes miran hacia la ciudad santa de La Meca. Se encuentra a 73 kilómetros del Mar Rojo, en una zona árida e inhabitable rodeada por las montañas de Hejaz y los semidesiertos de Tihama.
El santuario más importante de La Meca se considera la "Mezquita Prohibida", que se encuentra en la plaza del mercado, al final de la calle central. Los musulmanes la llaman la "Casa de Dios" y creen que es ella quien es el centro de todo el universo.
La Kaaba, como se llama a la mezquita por su forma de cubo, es un lugar sagrado para muchos musulmanes de todo el mundo. Esto se menciona repetidamente en el Corán.
Según las leyendas antiguas, la Kaaba fue erigida por el propio progenitor de la humanidad: Adán. Después de ser expulsado del paraíso por la caída, Adán perdió la oportunidad de orar como lo hizo en el templo celestial y decidió construir un templo en la tierra.
Dios tuvo misericordia del pecador y le envió una piedra suspendida en el aire para que sirviera a Adán como bosques en la construcción del templo. Ahora bien, esta piedra se encuentra cerca de la Kaaba. Las huellas de los pies del progenitor son claramente visibles en él.
Para designar el lugar desde el cual era necesario comenzar las rondas rituales de la Kaaba, Dios envió a Adán la famosa piedra negra. Los peregrinos se esfuerzan por besarlo y luego caminan alrededor de la mezquita siete veces.
Científicos de todo el mundo están tratando de determinar el origen de la famosa piedra, pero las versiones colapsan una tras otra. La piedra no es un meteorito, en su composición no se parece a ningún otro mineral terrestre. No se ahoga en el agua y no puede soportar el movimiento.
No muy lejos de La Meca se encuentra el famoso manantial de Zamzam. Hay otra leyenda sobre él. Cuando la doncella del antepasado de las tribus árabes Ibrahim dio a luz a un hijo suyo, su esposa legal la echó del palacio con su hijo.
Después de un largo deambular, la criada decidió dejar a su hijo en el desierto y dejarlo para no verlo morir. El niño comenzó a llorar y a patearlo en el suelo. La madre regresó y vio que una fuente comenzaba a golpear bajo el pie del bebé.
Para recordar los vagabundeos y los tormentos que esta mujer cargó sobre sí misma, los musulmanes realizan otro ritual. Cada peregrino debe correr siete veces hasta el final de la calle principal y regresar. La longitud de la calle es de unos 400 metros.